La semana estuvo dominada por la incertidumbre política y datos mixtos en las principales economías. En Estados Unidos, el cierre parcial del gobierno se extendió a su tercera semana, retrasando la publicación de varios informes económicos.
El precio del oro cayó bruscamente entre el lunes y el martes, borrando las ganancias de la semana anterior y generando una fuerte volatilidad. La caída fue de aproximadamente un 6% en esas dos sesiones —la mayor caída diaria en más de una década— y se produjo sin un detonante de noticias claro. Los inversores se preguntan ahora: después de nueve semanas consecutivas de ganancias, ¿se trata de una toma de beneficios rutinaria o de la primera señal de algo más serio?
El aumento del precio del petróleo a comienzos de 2025 ha convertido los costos energéticos en un factor clave detrás del crecimiento de la inflación. Las persistentes expectativas inflacionarias de los hogares estadounidenses han llevado a los inversores a utilizar el petróleo como una estrategia de protección frente a la inflación. Actualmente, el mercado petrolero desempeña un papel central en la determinación de las tasas de inflación, el valor del dólar y el sentimiento del mercado.
Los mercados estadounidenses comenzaron la semana en un punto muerto mientras el cierre del gobierno entraba en su tercera semana, lo que paralizó la publicación de datos económicos clave. Los funcionarios de la Reserva Federal intervinieron para llenar el vacío, reforzando una postura de flexibilización gradual. La inflación subyacente se mantiene elevada: el índice PCE subyacente de EE. UU. se situó en torno al 2.9% interanual en agosto. Con el cierre gubernamental retrasando la publicación del IPC (ahora prevista para finales de octubre), los mercados se aferraron a las señales de la Fed.
Bitcoin lo ha vuelto a hacer: superó el nivel de 125.000 $ y sacudió el mercado. En solo unos días, subió aproximadamente un 14 %, devolviendo la volatilidad a niveles que no se veían desde hace meses. El ánimo cambió rápidamente —de la cautela a la euforia—, con todos señalando las entradas de fondos en los ETF, la demanda de refugio seguro y una ola de compras institucionales como los principales impulsores.